martes, 29 de mayo de 2007

Google, el ojo que todo lo ve Print Friendly and PDF

Hasta hace poco tiempo, Google era simplemente una empresa genial que apostaba por las aplicaciones gratuitas a través de internet. A la creación y éxito absoluto de su buscador frente a sus competidores le han seguido un sinfín de aplicaciones que permiten hacer casi de todo de forma gratuita. Mediante desarrollo propio o adquisición de sitios ajenos, el buscador ha logrado convertirse en un gigante al que muy pocos pueden soñar con eclipsar.

Google es la compañía que más y mejor ha sabido comprender a los usuarios de internet. Millones de personas utilizan buena parte de sus servicios: realizan sus búsquedas internas con Google Desktop, reciben sus correos en GMail, hablan con sus amigos a través de GTalk, anotan sus citas en Google Calendar, etc. Es fácil, de calidad y sobre todo gratuito.

Pero Google adquiere paso a paso, lentamente, desde hace tiempo, una importancia vital en los usos cotidianos de millones de internautas. Y hasta ahí no hay nada malo. El problema que siempre se plantea es qué pasará si la compañía decide hacer un uso no del todo ético de los datos de sus usuarios. Google podría saberlo todo si tuviera algún interés en ello: qué páginas visitas, en cuáles permaneces más tiempo, si compras a través de la Red y qué compras, etc.

La adquisición de la compañía de publicidad online DoubleClick sumada a la creación del iGoogle que, como ha dicho el presidente de Google, pretende ayudar a sus usuarios a organizar sus vidas y a decidir qué hacer con su tiempo libre, asusta un poco. ¿Qué pasará si la ahora compañía de publicidad de Google decide utilizar los datos que le facilitan los propios usuarios a través de la utilización de sus servicios?

Pretender mejorar la vida a los usuarios es aceptable, pero sólo si se les pide permiso antes y se especifica claramente la forma.

Fuente: Como pez en el agua

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